Querido amigo, hoy quiero enviarte un mensaje cargado de esperanza, fuerza y alegría.
Sé que estás atravesando momentos difíciles en tu lucha contra el cáncer, y que tu tratamiento se ha visto interrumpido.
Pero quiero que sepas que no estás solo en este camino. Respeto tu ateísmo y tu decisión de prescindir de sacerdotes en estos momentos finales.
Cada uno enfrenta la vida y la muerte a su manera.
En lugar de sacerdotes, quiero que veas a tus amigos, aquellos que te conocen mejor que nadie y que están dispuestos a brindarte su apoyo incondicional.
Aunque la enfermedad pueda debilitarte físicamente, no permitas que afecte tu espíritu.
Llevas dentro de ti una luz brillante que contagia a todos los que te rodean.
Tu legado de amor y felicidad continuará acompañándonos, aun cuando tu partida nos entristezca.
Sigue luchando con todas tus fuerzas, querido amigo, porque sabemos que eres un valiente guerrero.
La vida es efímera y mereces una celebración donde olvidemos los problemas y disfrutemos del tiempo que nos queda juntos. Sé fuerte y recuerda que estamos aquí, a tu lado, siempre apoyándote.